jueves, 2 de abril de 2009
Aqui tengo abierta la mirada
Aquí tengo abierta la mirada
Y el corazón doblado entre la noche
Bajo el ciego sereno que palpita
Transcurro.
De uno a otro lado voy seguido
De agudos pensamientos desalados;
Donde habita la flor
Siembro jardínes
Donde canta el mudo ruido del espejo
Descubro el rostro azul sereno
De una virgen de arena.
Van las olas del mar bordadas de oraciones
Descubriéndole el velo a su mirada
En esta islita
De infinitos palmares y clavellinas
Estamos los dos
Lejos de las cosas y del concreto
Cada cual en su mundo
Brillando los altares y las escamas
Nadando entre la espesa inexistencia.
No hay silencios ni palabras.
Se mira entre los ojos del vacío
La canción blanquecina que nos dobla
Nos dobla sobre el aroma
Del tiempo amanerado.
Respiramos
Si, respiramos
Con las manos perdida entre los dedos
Y los dedos entre alas de gaviota
Se alejan hasta tocar
Primero la figura,
Y luego entre profunda incertidumbre
Le acaricia
A uno escondido en el otro
Me despierto sudando entre su fuego
Se despierta quemando mis temores
Y ya que se han abierto las cortinas
Roza el viento las sedas
Hasta perderse en la tibia cabellera
Durmiendo el pensamiento
Y la nostalgia entre las flores.
Aquí tengo abierta la mirada
Y el corazón doblado
Para que no se vayan en escapadas
El cúmulo de ambigüos resplandores
Y habla tu cuerpo
Como hablan las esculpidas golondrinas
Hablas como un respiro inmaculado
Como una bestia herida
Como el simple candor del agua clara
Avanza la espina en la flor
Deshojando tentaciones amuralladas
Vienes y vas mirando de frente
Al puñal que hiere al llanto
Y sobre el surco de una tierra que sonríe
Abrazándote al fulgor de la sonrisa
Y ya quema el sol cuando vuelves
Es posible que sola de mi
Es posible en mí sola
Despeinando en tu frente algún perfume
Haciendo de mil pétalos dos alas
Dormidos tus labios entre los besos
Que dormitan habitados
En otros besos que van en tu regreso
A mojar lo que dibuja tu sonrisa
De perlas
Y habitas en las piedras y en los montes
Y habitas entre la sed de la tormenta
Y habitas cuando la tarde se ha dormido
Entre luceros de ojos madrugados
Y habitas en el camino que ha danzado
Sobre las lágrimas que han llorado las huellas
De algún caminante perdido
Entre el perdido murmullo de su olvido
Y habitas en la máscara que ha sido
Tejida sobre la piel de algún cocuyo
Y habitas en el ronco cantar del canto alado
Y sobre el dulce soñar del mar dormido
Habitas. habitas.
Es cuando me voy con el camino
Que me lleva a la orilla
Y vuelvo, de la orilla, al mar
Dejando a la distancia
Una mirada
Llena de tentación
Y envuelta en besos.
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