sábado, 3 de abril de 2010

El jardín



Correr. Irse sin distancia hasta el alba.
Tomar los espejos de un sol amanecido.
Y luego regresar al nido.
Con la voz entrecortada, dejar la humedad del paraguas
Tras la puerta. Preguntas sin respuestas,
Realidad fingida. Agujas entretejidas y olvido.
No hay sobre la mesa tempestad alguna,
El pensamiento firme del viejo horizonte.
Y la canción eterna que palpita.
Todo queda en un rincón. Entonces.
O casi todo. Sobre la parte más alta
Del reloj, hay un jardín pintado en la pared.
Con verdes hojas.

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