jueves, 26 de marzo de 2009
Como un beso
Y entonces eramos muchos hablando de lo mismo.
O casi de lo mismo.
Algunos balbuceaban en la orilla del mar, como arena rota.
Pero al fin fuimos coro. Voces conjunta que
anidaban llanto y sonrisa. Ilusión y certeza.
Las montañas fueron lluvias y las lluvias
Arroyos que pararon al río.
Y el río al mar...
Cantaban las cigarras colgadas de amapolas
Y los grillos levitaban en piedras nocturnales...
Pequeñas mariposas perseguían lámparas y jumeadoras
Entre chozas de palmas con techos de cana...
Y en todo no hubo más que sombra o sueño ante el espejo.
Caballitos alados renunciaban al ocaso.
Volvían a sus cuevas los lagartos. Y en todo,
No era dicha el decir que el destino tocaba el cielo claro.
Todo el tiempo poblado de palabras
Que acaso eran palabras de silencios tatuados.
O espera entre el sonido de un nuevo día.
O el nuevo día callado entre palabras mudas.
Pero no era posible definir, entre esquemas radiantes,
La existencia. Todo pasaba fuera de los atardeceres
Y los libros rayados...
Cotidana incertidumbre que aprendía a volar sobre el vuelo.
Con menta rebuscada en el aliento
Y las manos suaves
Listas para la caricia o el recuerdo.
Círculos que nos volvían al final del principio.
La noria se agitaba como un caballo atado a la tormenta...
Las largas cabelleras perfumaban la prisa o el cansancio.
Y así fuimos lo que solíamos ser antes del tiempo.
Formas indescifrables corriendo como estrellas
Por la noche interminable. Tejiendo rosas en jardínes
Colgados entre los prados del anhelo.
Almas libres corriendo por el tiempo invisible
Aun el reloj disperso entre la arena. Y el amor anunciando
Que aun somos parte de lo infinito.
Lo mortal de la inmortalidad. El canto que espanta la tristeza,
Y en todo. Somos la palabra que aspira deshojar quimeras
E inocencias. Volar entre las alas que el cielo cría entre las nubes.
Doblar, como campanas y el sueño húmedo de un amanecer cualquiera...
Siempre entre la razón que hincha esa parte
De la caverna que habita entre nosotros.
Suspirante y precisa como un beso...
Pero es que apenas empezamos a vernos tal cual somos.
Fuera de los espejos y la doblez del viento.
Apenas hemos dejado, sobre el piso, las escamas,
Y el plumaje gris...
Como una sombra más. Como una aureola santeada en el abismo.
Y en todo...Llega el silencio entonces,
Y nos hace callar de pleno egoísmo. O de pasión viva...
Ha quedado atrás la pesadilla!!!, pensamos.
Nos vamos a dormir, medio desnudos. Y antes que suene el reloj,
Despertar aleteando sobre las hojas verdes del capricho.
Con pijama y bostezos. Con la impresión de haber roto
Todas las voluntades del regreso
Y allá vamos,
Todos a la vez,
Quién sabe a donde!!!
Quién sabe a qué!!!
Desnudos...
Siempre entre la razón que hincha esa parte
De la caverna que habita entre nosotros.
Suspirante y precisa como un beso.
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