martes, 9 de febrero de 2010

El cántaro


Un paraíso de sombras se diluye
Cuando amanece
El cántaro.
Húmedo de rocío,
Entre la oxidada sonrisa
De su cuerpo antiguo...
La templanza se ha posado en la rama de sus recuerdos
Y ha hecho nido el brillo imperturbable de la fe.
El tiempo es arena movediza.
Todo tiembla en su rígido cuerpo
Menos el miedo a volar por sobre
El muro de papel
Que forjaron otras manos peregrinas.
Sale el sol.

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