viernes, 22 de mayo de 2009

Mariposa y flor




Las puertas abiertas de par en par. Vemos escaparse centenares de luces,
de nuestro caprichos colgados en la pared como cuadros de paisajes inmundos.
Me preguntan tus dudas si puedo volar.
Pongo mis alas sobre la mesa. pareces sonreír. Eso pienso.
Pero ando sumergido en el mar de tus ojos
Para encontrar una respuesta tan simple.
Así que desdoblo el viejo equipaje;
Vemos caer al piso húmedo todas las soledades,
Todos los caprichos. Rostros de arena...
Miles de amaneceres se deshacen en un segundo.
Qué somos lejos de nuestros nidos de cartón y barro?
Me descubro en un chasquido enredado entre tu cabellera
Y el firme pensamiento de encontrarte al doblar de la esquina.
Veo entonces que tienes largas alas
Y el perfume de tu lejano cuerpo
Rehacen barcas y caracolas a la orilla del mar.
Sé que no estaré para oir la canción,
Que te canta el olvido
Cuando canten las olas de tu alma despierta.
Pero el tiempo presente, el instante nos mira de frente.
Caen las cortinas y tiemblan las paredes
De esta ilusión de papel.

Corren, entre lluvias y miradas, lirios desnudos
Sobre pétalos blancos. Somos más que dos.
Eso pensamos sin palabras. Recorremos tentanciones
Sobre esas sabanas con olor a hojas secas y a golondrina.
Hay espinas colgadas entre la tarde gris de nuestra sinfonía.
Te detienes sobre el espejo y veo la otra cara del sueño.
Tus alas largas en mis alas son cenizas. Mariposa y flor.
Canto y melodías.
Me parece encontrar otros amaneceres entre tu cuerpo tibio.
Pero estamos hechos con la levedad de un suspiro
Para hacer huellas en las huellas
Y dormimos doblados
Pensando en otros amaneceres
Mientras volamos a cierta distancia de la pulcritud.

Se acaba el tiempo, nos decimos,
Se acaba el tiempo.
Entonces se hace estrellas y luciérnagas la noche
Y nosotros rehacemos la vida
Desde lo más alto de una canción de cuna.

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