miércoles, 21 de abril de 2010

Mirada




Miro las manos que hicieron el camino.
Miro esas manos.
Oigo el gesto fabuloso que regresa la mirada
En la mirada misma. Sin dejar de ser.
Olvidando el olvido, las ruinas y el mar desnudo.
Se toman las palabras. Una a una. Y las huellas.
Y las sombras de los árboles con mirar de serpientes.
Y el viento arrastrando la historia infinita de la nada.
Y el tambor columpeando
Entre compases huecos y profundos.
Y el ahogo de alas de mariposas
Que se pierden en las noches sin estrellas.

Miro los dedos que acarician las hojas caídas,
Que refugian las raíces
Por curar la sed
Del amor sin nombre enterrado en el atardecer;
Las bombillas quemadas de los barrios sin nombres,
De los hombres que se abrazan a la cruz
De un nuevo día. Miro la voz entrecojida bajo
El mantel incoloro del silencio. Y luego me voy
Sin decir adios. A cualquier lado.


Miro las palmas que encubren el destino
Y dejo doblado el calendario
Sobre un reloj de arena.

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