Y así, del amanecer al ocaso, de la noche a las estrellas, de la luna a las luciérnagas. Luego del ciclo, otro andar. Y si todo es posible, habrás conservado la inocencia del todo, transparente y eterna. Fuera de las cosas y el cansancio, sumergido en la transcendencia del instante, del amor sin distancia, del café con azúcar. Amén.
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