Aquellos mundos que despiertan en los amaneceres que enhebran soles y madrugadas, luceros y luciérnagas. Aquellas impresiones de eternidad en realidades que vienen y nacen del simple andar de los sueños. Las calles se mecen en las huellas de un transparente vuelo de susurro y cansancio. Y en todo, se ha de ir la noche en las alas de un eterno renacer del alba.
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