viernes, 27 de marzo de 2009

Y yo de tí.





Y regresamos entonces en soledad. Tú, con tus palabras.
Yo sin tí. Por la orilla del río, despertando piedras
Y canto de perdices.
Disfrazados de una pena vagabunda. Con olor a desierto
Y pelo húmedo. Todo así. Como dos cantos abiertos
A las perdidas ternuras.
Abrimos mil paraguas para olvidar las lluvias pasadas.
Suspiraban los suspiros ya doblados en las huellas del camino.
Todo así. Como si nada. Sin dejar que las alas tocaran al viento...
Con la dulce amargura de relojes carcomidos y doblados
Sobre sus propias horas.
Contamos pétalos y espinas lejos de la primavera soñada.
Vimos jardínes en medio de la noche
Alejarse como estrellas. Y otras cosas vimos
De regreso al regreso. Tú y yo.
Tú con tus palabras. Yo sin tí...

Hubo una sonrisa persiguiendo la esperanza de todo lo imposible.
Pero no. Los cuerpos llevaban tantos nudos atados
Hacia los propios cuerpos.
Y la tierra se volteaba en cada paso,
Para no vernos pasar.
Y así llegamos. Tú con tus palabras,
Que levantaban inandables muros al capricho...
Yo, Como aquella hoja que va en desbandada
Hacia el abismo del abismo. Seca de esta ilusión,
Y con la juventud a cuestas...
Adornando quimeras y embebido por el humo
De una vieja canción.

(Hablé de tu belleza en una calle cualquiera.
Dije mil veces tu nombre para prenderme de tu ausencia.
Y todo en un momento volvió, como si fuera eterna
La Presencia de todo lo que eras tú,
Aun estando lejos...)

Sin despedidas, corriste hasta tu nido
A lo alto de un arbol de papel.
Y luego fuiste barca y luego ave,
Y luego golondrina que se va con la primavera...
Y yo,
Me dejé llevar por las cosas pequeñas
Hasta que el amanecer me encontró cubierto de rocío...
El sol me vió desnudo.
Pero otra barca se asomaba a la orilla...
Lejos de todas tus palabras
y yo de tí.

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