lunes, 20 de abril de 2009

Juglar de una sonrisa




Contaba las palabras como un cuento.
Una a una. La tarde le encontraba disfrazado de ternura.
Acaso iba por esos versos que hacen recordar,
Sin olvido,
Que no es posible dejar de amar
Aquello que el corazón no le tiene nombre.
Deshacía tormentas respirando sobre la lluvia dormida.
Cunas de papel fueron barcas para los días de mares
Y de luna llena.
Nada parecía tener sentido. Nada lo tenía en realidad.
Porque no se trataba de armar fábulas o domar el viento.
Sino de ser algo más que la quimera infantil
Que aleteaba recuerdos infatigables con sabor a chocolate.
Juglar sin armazón, sueño alado que se ataba a las nubes
Sin esperar más que ver sobre la arena el reloj
Rehaciendo canciones de sirenas y quebradas olas.
Con la sonrisa que le dió el beso de una tarde cualquiera.
Lucero de una vieja ilusión. Todo entre ábacos y caballos de madera.
Y en todo la sonrisa. Entre palabras inservibles o
verbos desatados del asfalto.
Se dejaba mirar sin prisa,
Con el aliento encumbrando cometas y durmiendo el sol
Entre cunas de algodón y horizonte.
Sobre su mesa quedaba aquella sensación indefinible,
Que le hacía rebuscar esas formas
De incontables colores, haciendo sombra a la sombra
Y al recuerdo. Y en todo,
La sonrisa entreabriendo alfabetos y voces intangibles.
Girando sobre un mundo rehecho lejos del concreto
Y si era posible, correr con los arroyos
Hasta un río cualquiera. Y luego volar hasta
Otras palabras menos manoseadas y despertar...
Despertar en la noche entre estrellas fugaces.
Como una estrella más.
Lejos de las palabras y las frases
grabadas sobre la humedad del espejo.
Juglar de arena
Que sabe sonreír y ser camino.

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