Aquel verso que se enhebra al camino, como un beso.
Que despierta arropado al horizonte de un idilio. Como música al viento.
Y sin perder la efímera eternidad de un suspiro, se hace alas del vuelo infatigable de un amor.
La distancia anida el alba. Mil corazones danzando entre alegres tristezas.
Y en tristes alegrías, se despliegan...vestidos de universo. El reloj. La ilusión. Y un latir de esperanzas.
El café. Todo aquello que el andar deletrea. Huellas de un susurro.
Y el cabalgar de sensaciones; para hacerse, entre un mar de luciérnagas, madrugada.
Y luego ir con el sol que nace, por cada diminuto alfabeto de eternidad.
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