lunes, 22 de marzo de 2010

Hablar con la nostalgia


--Cuál es tu nombre?
--Mi nombre es
--Qué haces vestida de universo?
--Estoy parada ante la puerta del amor.
--Allí adentro no hay estrellas ni luceros.
--Busco unos labios para besar...
--Allí adentro reinan los ecos
--...Y un cuerpo que me anide entre serpientes.
Que me enrede los huesos; Que se ahogue entre
los ojos del olvido.
--Allí adentro hay humedad y rincones oscuros
Que olvidan respirar.
--Tiento a la suerte y al silencio de los mundos
Sin aliento. Llevo prendida la inocencia
Entre mis atardecidos pechos. Corro en círculos
hasta cansar la cultura del asfalto y luego
Me siento frente al fuego
A ver arder las pesadillas y la ceniza.
--Allí los pensamientos dan vuelta al laberinto
Hasta encontrarse nueva vez con prendas de ayer.
Y luego se piensa en la memoria perdida
Hasta que es hora de apagar el reloj.
--En otros tiempos dejaba mi aliento
En cualquier esquina. Tomaba los besos
Y daba mi cuerpo a cualquier promesa huera.
Me rendía a los vendabales y al volar
Vascilante de la nada. Fuí de uno a otro
Lado recogiendo semillas y doblándome
Sobre lo frío del jardín, hasta que
Se hizo pecado la tentación y espina la flor.
Y hoy espero al que está adentro. De cuerpo
Transparente y blanca armadura.
--Perderá la gloria en un rasguño del viento.
Sus ojos huidizos tientan a la locura. habla
Sobre las alas dormidas del espejo.
--Sin embargo, he venido sin abrigo.
Y no siento frío.
--Todo está apagado en el interior.
--Dejaré que corran las horas y caerá
La aldaba a mis pies. Tomaré el calor
Que le anida, mientras espero
En su compañía el nacer de un idilio
Pero no beberé su veneno.
--Hay más altura al cruzar el río.
Vete ahora, cuando aun no amanece el besar
De tus labios.
--Ya es tarde para ver detrás de las miradas
Del abismo. Me quedo hasta que se abran
Sus alas de papel y pueda yo doblarme en su regazo.
La noche es larga, es cierto; la soledad pesa,
También es cierto, pero ahí adentro
Está la voz de mi alma.
--Ahora te dejo, que voy a doblarme
En la blancura del espeso espectro de la noche.
Te dejo para que puedas ver lo que yo he visto.
--A tu viaje no le agrego equipaje,
Ni otro recuerdo que la bendición
Para cada huella de tus pasos a tientas.
Ya no me importa el pasar del tiempo
Ni el lejano horizonte. Ahí adentro
Está mi reloj y mi distancia. Espero.

Y quedó ensimismada, abrazada al sereno de la noche.
Mientras el capricho de un día
Se apartaba de sus ojos de ayer.

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