miércoles, 12 de enero de 2011

El andar de los sueños






En el río hay peces y hay espejos.
Rostros que se miran en el agua pasar antes que calmar su sed.
Con vista al mar transcurren los duendes y ciguapas.
Narcizo se vuelve, a embeberse, en su ironía. Por toda una eternidad.
La barca, entre bejucos y jaibas, ve andar sin pasos, entre sonrisas suyas.
Sale el sol, viene el ocaso, canta el julián-chiví; escarba la perdiz...
El primer lucero y la noche. Las luciérnagas transcurren.
Al amanecer el rocío. La chicharra, con la mirada hacia el infinito,
Ambienta el silencio del arroyo y entonces el barrancolí.
Entre el barro del barranco el barrancolí.
El verde de la culebrita sabanera se hace rojo ante su mirar.
El verde de las plumas y su roja garganta ronronea: barrancolí.
Del arroyo al río nueva vez. Y luego los espejos...
Eco del río de agua viva que se hace sal y olvido.
Vuela, por sobre el arroyo, el rio y el mar...
El camino y el caminante. El sendero envuelto en morí-viví,
Callejones que se abren a la vida, que en profundas raíces y mirada sin prisa,
Nos habla sin hablar...

2 comentarios:

  1. La sed se queda deseando los labios, porque es màs vital la voz que el agua. Bello es el camino de tus sueños. Besos amigo

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  2. Los labios se hacen deseo de la sed y el agua ha de ser la lluvia. La voz es el nuevo amanecer. Todo empieza en una búsqueda simple, pero el hombre existe antes que los caminos, por eso es el caminante. Gracias Claudia. Mil besos.

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