martes, 22 de febrero de 2011

Canto al idilio


Zú, la del barro y oraciones. -Entro en la búsqueda de los espejos alados recorriendo la imagen que transplanta la imagen. Una imagen que ve, otra que se mira. Me pongo en el rostro del rostro primero como una flor de jardínes diversos, como un ave de una y otra primavera.
Dudo en la duda de lo posible, me hago oír desde el silencio infalible del ruiseñor que se anida entre el naranjeo color del cundeamor(dulce y jugoso como un beso de mil en labios despiertos) y veo correr los ríos entre los peces y tejerse entre sueños milenarios la simple expresión de una vida eterna y momentánea.
De todos lados el viento se enreda entre pensamientos sin nombre que nos llaman, que nos miran, que nos mecen, que hacen noches en nuestros días y luceros en las miradas más grises de nuestros relojes.
Tocar la frente del que resa sin prisa, desatar las quimeras para que se hagan senderos y que los senderos se hagan caminos y que los caminos se hagan caminantes y los caminantes pasos y los pasos huellas. Amamantar la ilusión prendida a nuestro pecho esperando ver las alas crecer y volar, volar sin rumbo fijo.
Sin ningún destino, bordeando los muros y el cansancio para llegar a ser noche de las noches y amanecer que se abre a la luz de un nuevo día; bebiendo en la sed del rocío, cabalgando en el viento mañanero que se agita entre la niebla y respira sobre el horizonte naciente con olor a eternidad.
Se abren todas las puertas, y nos miramos sin mirarnos; y nos hablamos sin hablarnos. Casi como un idilio, amor sin prisa que se rehace con el toque del tambor en la tarde serena.
Ora somos la sombra, ora somos cuerpos y espigas. Ora somos la historia que duerme entre lo duro de las piedras o entre las hojas de los árboles.
Tallados por las manos innombrables que ahora humedecen sus labios en las aguas del arroyo y se hacen beso antes de llegar al río, luego de arroparse entre el mar infinito del instante.
Miramos respirar las golondrinas, anidarse en lo dulce de la miel a las abejas y hacer sus nidos en lo alto de las palmeras a las cigüas.
Vemos que todo es y respiramos cuando el viento nos acoge en su regazo para la eternidad que se agita en la nada, como una mariposa en medio de la noche.

Mujer. -Me he ido hasta los sueños, vestida en la noche de luciérnaga. Me he ido, entre tropiezos, por entre laberintos y espejismo. Y en todo, voy vestida. Y en todo, voy desnuda. Con las manos llenas de caricias y los labios sedientos. Ya vuelo, ya soy viento. Oración que transcurre sin perderse entre las alas del destino, amando la presencia del presente. Deshojando el pasado a cada instante. Con la dulce sonrisa de una estrella del norte, vuelo entre la alegría y la tristeza. Atada a cada espejo o al desierto que me llama a ser oasis y agua pura. Atada a las breñas que aletean entre tunas y lagartos que llaman la llovizna y el barro que moldea el cuerpo del olvido. Me voy hasta el regreso, entre abismos y las alas nocturnas de la pena. Cocuyo soy despierta entre los sueños, la luz que no desteje la nostalgia. El canto incandescente que te llama entre nombres pasajeros: que busca entre tus ojos la única mirada.

Hombre. -Me he quedado entre todas las ternuras de tu cuerpo abierto a la caricia y al abrazo; al beso entre los labios entreabiertos que se buscan entre el ciego el ciego murmullo del deseo.

Mujer. Mis manos se hacen alas entre tus vuelos. Ardor entre tus brazos, camino en tu camino.

Hombre. -Recorro entre tus pasos el universo.

Mujer. -Me has visto transitar desnuda y firme, el filo del abismo.

Hombre. -Quién te ha vuelto a encontrar entre la niebla?

Mujer. -El llanto de la tarde, roceandose en la tierra adormecida.

Hombre. -Quién toma de tu aliento la promesa?

Mujer. -El caballo de brisa y viento alado que traspaza la tormenta sin tocar la nostalgia.

Hombre. -Qué sueños de concreto se han dormido en tus brazos de oro puro?

Mujer. -El brillo intransferible de una estrella, que va sin volver la mirada a los muros sedientos en la espesura. Y en todo lo que he sido, transita sin dormirse en las veredas o el eco.

Hombre. -Te digo, entre serpientes y lloviznas, que me habitas en cada tentación que en sí aposentas.

Mujer. -El río se hace mar mientras nadamos, respirando entre olas de papel hasta la orilla. Y luego somos arena, alba sobre un horizonte sin regreso.

Hombre. -Nos quedan los segundos; la posible mirada entre cortinas. La sombra inmaculada.

Mujer. -Te llevo hasta la orilla.

Hombre. -Y en ése ir regresan otros espejos.Caracolas dormidas entre la sal y el sol. Jadeantes entre las formas intangibles. Desnudos hasta el olvido.

Mujer. -Dejando, para nunca, todo el fuego enredado en la penumbra. Luego el sol nos separa como dos noches lejanas.

Hombre. -Y nos vamos sin pronunciar sonrisa alguna.

Mujer. -Ni llanto.

Hombre. -Qué haremos en el después?

Mujer. -Otras luces en noches pasajeras. Contando los pasos del regreso.

Hombre. -Como si fuera posible regresar. No hay adios para el olvido.

Mujer. -No.

Zú, la del barro y oraciones. -Me dejo el caminar sobre los pasos y la ceniza: me toca la frente la sed calmada y la mirada se pierde en la distancia.

2 comentarios:

  1. me conmueven os diálogos etéreos,Hombre/Mujer-aquì, son dos cuerpos poéticos. Me dejé mecer por las palabras, y la belleza que crean en miles de sensaciones. BELLÌSIMO. BESOS

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  2. Son diálogos que tienen que ver mucho con un realismo mágico y muchos tonos de folklore. Mil besos claudia.

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