sábado, 26 de marzo de 2011

Y amapola



-Y hubo algo así como la vida.
-Tentando los linderos de los sueños despertaron
los espejos en las miradas. Me miras, yo te miro.
Te miras y el pensamiento proyecta la mirada en el reloj.
Las horas pasan en nosotros, el viento nos respira. A
Cada paso las huellas deletrean destinos, corren
los dados sobre los huesos del azar.
En mis maletas llevo tus perfumes, las cosas pequeñas
y los susurros; Y los sobresitos sellados del cachú y de la
sal del último pika-poio.
-Cabalgan los ladridos de los perros sobre el lomo
de la luna. La noche. Sobre las estrellas te busco,
Entre el brillo de la inmensidad te busco.
Te busco y no te encuentro. Y entonces te despiertas
A mi lado mientras corre el amanecer. Hay gotas
de rocío en tus labios y la sensación del olvido
nos arropa entre sábanas blancas. El café, ronronea
el café. Su olor se expande hasta encomadrarse
con todos los vacíos. Una taza, dos tazas. Azúcar.
La cucharita: se levanta, protocolarmente, el dedito meñique
y a bailar-se-ha-dicho: una vuelta y otra vuelta; a la
derecha o a la izquierda y ya está.
Un sorbo y somos el universo, otro sorbo y
por-ahí-maría-se-va
hasta que es hora de hacer el día.
El viento nos apura a respirar, a pulir nuestras alas
y volar. Las calles están sedientas de nuestros ríos,
de esas olas que se aposentan en toda nuestra existencia.
El asfalto tiene figura de bailarina atardecida:
con esa belleza que no anda con el tiempo
y siempre nos saluda sin mirarnos. Le gusta buscar
hilos sueltos y el azul de las noches idas.
Pero no es personal. Nada es personal: Vínculo
de cacajo y cemento húmedo. De palabras que se niegan
a sentir, el gesto infatigable de tejer cascarones
Y sonreír mientras duerme sobre nuestras espaldas
la figura inmaculada del idilio.
- Si cortas la cola del lagarto, esta se mueve
Mientras el lagarto bolo huye con su pasión a cuestas.
Te hignotiza la realidad dual del sí y del no.
Del cuerpo y la sombra. Metáfora de la flor
Que se hace mariposa...
La ilusión del paraíso es materialmente intangible.
Y allí empezamos de nuevo.
-Sí. Te digo que me encanta el helado de palito y el jalao
Y tú frunces el seño. Dejamos el gris de las horas
Entre las cenizas que arrastra el viento hasta el umbral
de la nostalgia.
- Y yo me dejo llevar río abajo, como un pez.
Y en el suma-resta llegamos a la orilla.
Hay arena entre las caracolas
Y duendes dormidos entre la sal y el nido de su espiral.
Me dices que camine en círculos, mientras las olas
te llevan a lo más profundo del querer.
Hay nubes amontonadas en lo alto,
Nuestros pensamientos se confunden en el salitre.
El eco se repite.
Es la tarde que cae. Nos hacemos que nos quedamos
cuando partimos. Sobre nuestros pasos se deletrean
formas y horizontes sublimes.
Y dejamos de hablar. No de palabras.
Hay preguntas y respuestas, decires, cascareos
Hasta que subir es bajar;
Pero dejamos que nos mueva lo que hemos hecho
de lo que somos cuando andamos juntos.
Otras cosas pasan mientras hacemos nuestras vidas
Y se corren sensaciones sobre la lentitud del capricho.
- Pero no es nuestra historia.
Es solo un día tocándose la frente. Preguntándose
preguntas sin respuestas, rascándose las palmas de las manos
y columpiando sus sentidos por la razón
Mientras dobla la esquina el sueño primero
que se calienta al sol,
Con olor a dulce de cajuíl y amapola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario