Así como el alba, se enhebran los andares de la ilusión. Aquel avanzar sin nombre que se encuentra
en cada horizonte, tras cada distancia. Cuando la noche da paso a la madrugada y al rocío, tendiendo
camino al nuevo día de sol e incertidumbre.
Ya duermen las luciérnagas. Se anida la danza del amor en la mirada despierta de un palpitar.
Y todo aquello que va, así sin prisa, de la soledad al beso.
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