Somos el amanecer que amanece. El sol que sale, el ave que vuela, el esplendor del horizonte y el viento.
Así, que el camino y las huellas es nuestro avanzar por el tiempo, nuestro mirar desnudo y el respirar
de lo eterno. Echamos a volar desdibujando cielos, abrazados a nubes de algodón.
El amanecer de ayer, ya no es amanecer hoy. Es tiempo ido, canción de otoño.
Hoy es esa melodía que acaricia el andar de nuestro aliento. Y allá vamos: a darle rostro a la vida.
A dibujarle ilusión a la ilusión, anidando el instante a cada paso, para luego verle ir con el reloj.
Y una taza de café, y una flor. También somos eso.
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