Eso de amanecer, corazón, de hacerse sol del nuevo día: de casi sonreír.
Como un pentagrama de sueños que se encuentran ante el espejo de un anhelo.
Y luego dibujar el horizonte, el viento que pasa, las aves que vuelan...
el amor que palpita.
Y luego caminar en la distancia, para verte despertar: abrir los ojos, buscar entre ilusiones la mañana.
E irte con el tiempo hasta la vida, para encontrar el beso y el suspiro, el rostro de lo eterno.
Y sin mirar atrás, hacerte inmensa y peregrina, radiante y tierna, vistiendo el amor que te saluda
de música y susurro.
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