Cada camino, cada caminante. Aquel vuelo intangible que trasciende el reloj y los sueños.
Perderse al encontrarse, en medio de desiertos y sensaciones. Todo en cada segundo.
Vuelan mil mariposas tras cada laberinto. Es el amanecer que despierta. Y el amor te saluda.
Te habla casi sin prisa de lo eterno. Hay que andar desde el camino, como un verso entre mares.
Entre olas y barcas. Como barca de arena; como pez y gaviota. Como viento y orilla.
Que todo va contigo, cada vez que vas. Con la tarde plomiza que anida el cansancio de un anhelo:
te haces noche y estrellas. Sumergido en mil miradas y espejismo, eres luciérnaga y luna.
Madrugada infinita, de rocío y ternura. Allí naces, otra vez y otra vez. Antes de salir el sol.
Y vuelves a la vida calzado de amores y destinos. Te levantas con el sol, como el sol.
Ir con el sigilo de la bruma que da paso a la luz. Para ser lo que haz sido desde siempre.
Las palabras renombran los espejos; la silueta del viento te cobija. Te haz hecho camino y caminante.
De amor vestido, y de distancia...y de beso.
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