Suceden las miradas y los cantos. La luz que se asoma, el viento que acaricia.
Sucede el nuevo día. Como un acontecer de sueños, se despiertan las cosas que hacen la vida.
Azulados horizontes, caminos pálidos, amores lejanos...y todo se hace música e instante.
Dejamos lo último de la noche en un sorbo de café. Y allá vamos entre todo. Como todo.
Y en todo, el nuevo día.
Un nombre de mujer entre los labios, un anhelo distante y peregrino. Poema de un susurro.
Andar de una ilusión. Cada paso es un latir de eternidades.
Las palabras surcan universos y melodías. Esperando encontrarle en lo lejano.
Amanecer en ella, y con ella. Y luego que se enhebran los corazones en corazones.
Más allá de lo buscado, se anida el vuelo reverente del anhelo. Del idilio.
De la poesía despierta, que despide el madrugar del viento: luciérnaga y suspiro.
Que se acopla el día en la mirada, y el amor ya dibuja en la distancia.
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