El transparente andar del nuevo día. Algo así como un mundo por nacer, música al viento.
Allá donde está el amor de mis amores, está la vida. Y el sol que sale. Y el abecedario.
Y el pentagrama. Y todos los demás amaneceres. Hablamos de distancia y sueños.
Desde lo que surge en el instante. Mientras late el reloj. Irnos por los caminos de lo eterno.
Con el palpante anhelo de un destino. De un amor que recorre otros sueños. Otras formas de luz.
Con el ritual infranqueable de un suspiro. Aroma de café, ilusión despierta.
Y todo aquel danzar de lo intangible. Arcoiris de besos, de horizontes infinitos... Y el abrazo.
El corazón despeja el palpitar del presente. Y el presente del presente. Y el ir sin prisa.
Así que somos dos. Más de uno. Dibujando el idilio y el susurro. Amar por amar.
Vistiendo aquel capricho que se envuelve a la intemperie. Para poder volar a cielo abierto.
Mientras que sale el sol, día tras día. Y el viento acaricia la distancia.
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