Cuando es amanecer, y no la silueta de algo que sucede cada vez.
Como una gota de rocío, y una gota de lluvia, y una lágrima.
Tantas cosas a la vez, sustentado por un eterno sentimiento de existir y ser.
Ser existiendo en el amor, existir sumergido en el ser que fluye.
Porque la duda es parte de la certeza, y la certeza parte de la duda.
En un momento todo es cierto y transparente, en un momento hay reflejos ante un espejo de nubes.
Y en todo, el amor sonríe; se echa a volar con las aves, se echa a dormir con la ilusión.
Todo en uno, como un beso.
Me encuentro en lo que eres, te encuentras en lo que soy. Y entonces somos.
Enhebrar caminos y tiempos. Trascender en lo humano, entre lo que es y lo que aparenta ser.
Como un eco de eternidad. Irse en cada nacimiento del tiempo, regresar a cada caída del sol.
Sin perderse en uno u otro lado. No como un conocimiento, si como una sensación de luz.
Y mientras todo cambia, es igual el color de la mirada. arcoiris y sombras.
Alfabeto y música. Y en el nido de lo concreto, hacernos susurro y música.
Porque el camino nos hace camino, vestidos de aquello que invita a caminar desde el amor.
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