Ese cantar que se acurruca en la única ilusión de lo infinito. Como un amanecer cualquiera.
Y va sin rumbo fijo con el viento. Y viene en la búsqueda de aquella música...con nombre de mujer.
Nada termina en la distancia. Porque hay un danzar de besos en cada gesto suyo.
El amor. Dice. Y se echa a volar con la vida. Barca de eterno mar.
Acaso un sorbo de café, dejando deslizar su mirada por la mirada lejana de un camino.
Que es también su camino. Ver salir el sol, susurra. Y se pierde en la prisa del reloj.
Ha pasado una vida. Piensa. Toda una eternidad. Que es tiempo de amar ya. Se dice.
Y pronuncia tu nombre en su nombre. Se abrazan los sonidos de un único sentir.
Porque hay que darle forma a este nuevo día. Y crecer, desde el andar.
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