Escribir un poema. Al amanecer, escribirle un poema al amanecer.
Pero hacerlo en la noche, porque hay que disfrutar el amanecer en sí.
No es salir a ver el sol a la intemperie, porque el vendrá a tu mirar(digo el amanecer) como vuelo de pájaro.
Puede que esperarlo despierto sea posible, con el alba se alzará su esplendor hacia ti.
Y allí serás, como él, amanecer. Cielo azul, horizonte. Amor.
Y en el amor, acompañado del recuerdo de lo amado. Y la distancia.
Hablarle al oído, decirle que todo está bien. Que va contigo en todo momento.
Que reza, para que veas las cosas fuera de la niebla o la duda.
Y sea paciente contigo, y con las cosas del mundo.
Pero no es un poema el amanecer. Ni el amor es un poema. Ni la distancia tampoco.
Cuando llegamos a la vida, ya el mundo era como es, y así será cuando ya nos hayamos ido.
Pero no es filosofía esto, ni poema. Qué es?
Pues eso es, una pregunta. Algo que lleva en su alfabeto la música, y en su música el alfabeto.
Y así, sin saber nada de nada, sé de todo aquello que lleva tu nombre en mí.
No son una, ni dos cosas. Es cada parte de un sentir. De un ser. Cosas del corazón.
Nos escribe cartas el instante, en medias letras.
Porque la otra mitad van en ti, y en todo lo que somos cuando lo somos.
La certidumbre lleva su propias dudas, como el amanecer trozos de madrugadas.
Y el amor, nace cada instante. Para que la existencia sea cierta y el tiempo duradero.
Eternidad, inmensidad y susurro.
Que no he dicho nada, solo estoy mirando el amanecer en tus ojos.
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